Cómo no manejar una crisis, por David Shirk

Aquí en los Estados Unidos, la crisis del COVID-19 ha estado en las noticias desde diciembre, cuando la situación comenzó a empeorar en China. Sin embargo, no alcanzó el nivel de preocupación nacional hasta febrero, ya que comenzamos a ver informes de su propagación a otras partes del mundo (especialmente Italia). Para muchos estadounidenses, incluyéndome, no estaba claro si el virus se convertiría en una amenaza grave.

Solo comencé a tomarlo en serio a finales de febrero, cuando un colega me preguntó si estábamos almacenando suministros para la posibilidad de una pandemia. Incluso entonces, mi reacción fue que ya tenemos muchos suministros porque hacemos nuestras compras en un club de precios. Además, nacidos en familias de medios modestos, mi esposa y yo somos acaparadores por naturaleza.

Sin embargo, dado todo lo ocurrido en las últimas semanas, estoy decepcionado de no haber anticipado la gravedad de la crisis. A pesar de que he dado varios cursos sobre los desastres y la gestión de crisis, me ha sorprendido la rapidez con que la crisis del COVID-19 se ha manifestado y apoderado de nuestras vidas.

Es sorprendente ver cuán rápida y significativamente nuestras vidas se han transformado como resultado de la pandemia. Hace un mes, estaba en mi segundo viaje a Oaxaca, después de haber tomado tres vuelos a México en solo dos semanas. Hoy, el Centro para el Control de Enfermedades de nuestro país recomienda que no debemos abandonar nuestros hogares sin una máscara.

En nuestro caso, podemos echar la culpar por nuestra falta de preparación para esta situación al liderazgo nacional. A pesar de recibir informes sobre la gravedad de la amenaza durante meses, el presidente Trump ha estado ofreciendo falsas esperanzas e información contradictoria sobre el virus al público.

Creo que nuestro presidente estaba tratando sinceramente de evitar el pánico, esperando que el problema se desvaneciera y, sobre todo, tratando de mantener a la gente enfocada en reelegirlo. Esto nos ha dejado mal informados, confundidos y poco preparados para esta crisis. Esto, a su vez, ha generado precisamente el tipo de pánico que Trump quería evitar. Debido a que las personas siguieron su vida normalmente, la enfermedad se propagó más rápidamente de lo que debería. Y, ahora, las posibilidades de reelección de Trump parecen estar seriamente en duda.

En este sentido, creo que esta crisis ilustra que las mayores fortalezas de una persona son también sus mayores debilidades. Trump ha pasado toda su vida encantando, fabricando y haciendo que las cosas parezcan mejores de lo que son. Mucha gente piensa que el Sr. Trump es un hombre de negocios, pero en realidad solo es un vendedor muy consumado. La distinción es sutil pero importante. Un hombre de negocios trabaja para garantizar que su empresa tenga éxito. Un vendedor convence al público de comprar su producto.

Trump no se ha enfocado en el buen manejo de su empresa: nuestro gobierno. Ha estado tratando de convencer al pueblo estadounidense de que está haciendo una gran labor como presidente, incluso cuando una pandemia quema el mundo que nos rodea.

Por David Shirk, Periódico Reforma, 12 de abril de 2020

David Shirk

David Shirk

Profesor-investigador y director de la maestría en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de San Diego.

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